Pro Francisco

Francisco:

Francisco:

(Jesús Bastante).- "A veces queremos un Dios que se pliegue
a nuestros deseos, y mágicamente intervenga para cambiar la realidad y
convertirla en lo que deseamos".
Las primeras audiencias después
de las fiestas de Navidad suelen ser bastante alegres y frías. Alegres,
por la presencia de villancicos y niños, muchos niños, como el que acaba
de nacer en Belén. Frías, por el gélido invierno romano, que obliga a
trasladarlas al Aula Pablo VI.


Allí se desplazó el Papa Francisco este miércoles para estrechar
manos, recibir abrazos, intercambiar solideos y sonrisas. Bergoglio
tarda en recorrer cien metros más de diez minutos, pues se detiene a
cada instante, en esa teología del "mirar a los ojos" que defiende como una de las claves de su pontificado.


En su alocución, Bergoglio denunció a "los ídolos que nos ofrecen falsas esperanzas", frente
a la "gran esperanza, y definitiva", que viene del Señor. "Esperar es
un deseo primario del hombre; esperar en el futuro, creer en la vida y
pensar en positivo", recalcó el Papa, quien incidió en que "es
importante que esta esperanza sea respuesta en todo lo que puede ayudar a
vivir, y a dar sentido a nuestra existencia". Por esto, la "Sagrada
Escritura advierte contra las falsas esperanzas. Estas falsas esperanzas que el mundo nos presenta, enmascarando su inutilidad y mostrando la insensatez".


"La fe es fiarse de Dios, el creyente se fía de Dios, pero
siempre hay un momento en el que, al encontrarse con la dificultad de
la vida, el hombre experimenta la fragilidad y la duda, y siente el
deseo de certezas diversas, de seguridades tangibles, concretas.... (Yo me fio de Dios, pero la situación es complicada, necesito una certeza concreta.... y ahí está el peligro)", recalcó el Papa.


 



 


"Somos tentados de conseguir un consuelo efímero, que elimine la
fatiga de creer", denunció, apuntando que "pensamos poder encontrarlo en
la seguridad del dinero, por ejemplo, o las alianzas con los poderosos,
o la mundanidad, o en las falsas ideologías. A veces queremos un
Dios que se pliegue a nuestros deseos, y mágicamente intervenga para
cambiar la realidad y convertirla en lo que deseamos
. Pero eso es un ídolo que no puede hacer nada, impotente".


En este punto, Bergoglio recordó una anécdota en Buenos Aires, cuando caminaba de una iglesia a otra y, en mitad del camino, se detuvo en un parque. "Esta lleno de gente, y un hombre. Tú le dabas la mano y él comenzaba a leértela. El discurso es el mismo: 'tú tendrás una mujer que vendrá, y dinero'... y luego tú pagabas.... Eso te daba la seguridad, permitidme la palabra, de una estupidez. Esto es un ídolo. Me han tirado las cartas.... yo sé que ninguno de vosotros hace esto, pero me ha hecho pensar", señaló.


"Esto es un ídolo: pagar para que te den una falsa esperanza",
recalcó el Santo Padre. "Compramos falsas esperanzas. ¿Y la esperanza
de la gratuidad, la que nos ha dado Jesucristo, gratuitamente? Esa... no
la queremos tanto", lamentó.


 



 


Recordando la lectura del salmo 115, Francisco subrayó la "realidad
absolutamente efímera de esos ídolos" que "no se trata solo de figuras
de metal. Cuando las construimos en nuestra mente y los transformamos en
absoluto, renunciamos a Dios en nuestros esquemas, o le ponemos
nuestra idea de divinidad, y lo convertimos en un Dios previsible, igual
que los ídolos de los que habla el salmista".


Un Dios "a nuestra propia imagen", que "da una imagen reducida: no
siente, no escucha y, sobre todo, no puede hablar", advirtió el Papa,
quien lamentó que "a veces parecemos más contentos de andar con ídolos que de caminar con Dios. A veces, esa efímera esperanza, que es falsa, nos parece mejor que la gran esperanza, segura, que te da el Señor".


"A la esperanza en un Señor de la vida que con su palabra ha creado el mundo y conduce la existencia, se contrapone la creencia en simulacros: la ideología con pretexto de absoluto, la riqueza, el poder, la vanidad con
su ilusión de eternidad e omnipotencia; valores como la belleza
absoluta, cuando se vuelven ídolos y piden sacrificar cualquier cosa,
confunden la mente y el corazón, en vez de favorecer la vida, conducen a
la muerte", concluyó Bergoglio, quien pidió "esperar en Dios", porque
"Dios dará sus bendiciones".


La tentación de los ídolos también se da "en los hombres de Iglesia, que corremos este riesgo cuando nos mundanizamos. Estar en el mundo, pero defendernos de las ilusiones del mundo". "Los ídolos siempre defraudan, son fantasía, no son realidad. Sólo en Dios encontramos la esperanza".


 



 


En su saludo final en italiano, el Papa sacó uno de los billetes
rojos que dan acceso al Aula. "Debo decir algo que no quería hacer, pero
tengo que hacerlo", señaló. "Para entrar a la Audiencia, tienen estos
billetes. Escrito aquí, dice que el boleto de entrada es absolutamente gratuito. No se debe pagar.
Esta es una visita gratuita que se da al Papa, al obispo de Roma",
apuntó, denunciando que "he sabido que hay algunos que quieren cobrar el
billete. Si alguien os dice que para entrar a la audiencia del Papa hay que pagar algo, ¡os están engañando! Estad atentos.
Esto es gratuito. Aquí se viene sin pagar, porque esta es la casa de
todos. Si alguien os quiere hacer pagar es un delincuente, ¿de
acuerdo?".


 


Saludo del Papa en castellano:



Queridos hermanos y hermanas,
La esperanza, esperar en el futuro,
creer en la vida, es una necesidad primaria del hombre. Pero es
importante que pongamos nuestra confianza en lo que verdaderamente pueda
ayudar a vivir y dar sentido a la existencia.
La Sagrada Escritura
nos advierte contra las falsas esperanzas que el mundo presenta,
denunciando la paradoja de sus ídolos. El hombre, al buscar seguridades
tangibles y concretas, cae en la tentación de las consolaciones efímeras
-dinero, alianza con los potentes, mundanidad, falsas ideologías- que
parecen colmar el vacío de soledad y mitigan el cansancio de creer.
El
salmo 115 describe de modo sugestivo la realidad absolutamente fugaz de
estos ídolos. Advierte que quien pone la esperanza en ellos termina
siendo como ellos: imágenes vacías con manos que no tocan, pies que no
caminan, boca que no puede hablar. No se tiene nada que decir, se es
incapaz de ayudar, cambiar las cosas, sonreír, donarse, amar. El hombre
en cambio ha de ser imagen de Dios, confiando y esperando en su gracia y
bendición.
***
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua
española, en particular a los venidos de España y Latinoamérica. Los
invito a poner plenamente su confianza en el Señor para que de su vida
brote la alabanza al Dios vivo y verdadero, que por nosotros nació de
María, murió sobre la cruz y ha resucitado en la gloria. Muchas gracias.



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